Un 9 de julio Argentina declara su Independencia

Un fragmento del acta de la Independencia Argentina cita:“Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside al universo, en el nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia, que regla nuestros votos, declaramos solemnemente a la faz de la tierra que, es voluntad unánime e indudable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli. (…)”.

 La declaración de la independencia trajo aparejada, entre otros desafíos, la necesidad de definir la forma de gobierno que adoptarían las Provincias Unidas así como dónde se establecería la capital y la sede del Congreso.

En este contexto, Belgrano, que estaba encargado del ejército del norte y sosteniendo las batallas de la independencia en esa frontera, llevó al Congreso su propuesta de adoptar una forma de gobierno monárquica atemperada que coronara como rey a un miembro de la dinastía de los incas y tuviera su sede en Cuzco, actual territorio peruano. Esta propuesta era motorizada también por los otros padres fundadores de la patria el caudillo federal Martín Miguel de Güemes y el General Don José de San Martín.

Recordemos lo que ocurrió aquel 9 de julio de 1816. Presidía la sesión el diputado Juan Francisco de Laprida, el secretario Juan José Paso leyó la propuesta y preguntó a los congresales si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente; los diputados aprobaron por aclamación y luego uno por uno expresó su voto afirmativo. Acto seguido firmaron el Acta de la Independencia.
Todos lo sabemos y lo leímos reiteradas veces, sin embargo, y tristemente, no siempre le encontramos el verdadero significado de “ser independientes”.

La independencia no es únicamente una declaración hecha en un momento histórico determinado, es algo que se construye día a día. Para un pueblo, independencia es sinónimo de soberanía, es el derecho y el deber de ejercer la autoridad en un territorio, libre de dominaciones externas. Libertad para disfrutar de los derechos que están pactados en nuestra constitución, pero también para cumplir con las obligaciones que nos impone con absoluta responsabilidad “el ser ciudadanos”. Hoy, en el contexto de pandemia que nos toca vivir, se nos presenta la oportunidad de pensar y reflexionar sobre todo lo que tenemos y cuánto nos falta para consolidar una sociedad con libertad, responsabilidad, juicio crítico y dueña de fuertes valores éticos.

Los congresales nos dejaron como herencia esta tierra, nuestro país, la libertad y el sentido de identidad nacional. La patria no la hacen solamente los próceres sino también las personas comunes, cada uno de nosotros. Aún estamos a tiempo para revisar nuestras  actitudes cotidianas y ser verdaderamente libres, imitando la valentía de aquellos que decidieron cortar lazos con España por ser responsables de una historia independiente. Debemos asumir verdaderamente nuestro propio destino y construir una sociedad más solidaria, honesta, responsable y justa, porque la patria es algo más que un concepto abstracto, es algo que creamos día a día entre todos como en el “Canto a la patria” de José Pedroni:

Yo soy el hijo de tu pampa.

Tu corazón de trigo es mi universo.

Y no voy a cantarte sino como quien eres,

sino como te siento,

oh, suma de la espiga y la paloma,

de la tierra y el cielo.

 

Por la esperanza siempre viva

de tu día primero.

Por la rosa ofrecida que en la mano

te queda de los hechos,

sobre una base en que se ha hecho mármol

la multitud del hueso,

y por el ángel que mi amor te inventa

y de ti se adelanta trompetero.

Por nada más.

Por nada menos.

 

No por la cuenta de tus días:

por tu diario nacimiento.

No por tu ayer segado:

por tu mañana nuevo.

No por tu lágrima, que existe.

No por tu paso en soledad, que es cierto.

No por quien llora su pecado

de negación sobre tu pecho:

por tu salud de amor;

por tu olvido sin precio;

por tu perdón;

por tu silencio;

por tu mirada de ojos grandes

sobre la lágrima y el sueño.

Argentina es tu nombre

que desafía el tiempo.

 

Brikman, Héctor I.-

Vocal de la Asociación Belgraniana de Goya